La principal diferencia entre el grafito y el diamante, se debe a la forma en la que está hecho por dentro. El carbono, material del cual están hechos ambos materiales, tiene un arreglo muy diferente en ambos casos, lo que vuelve sumamente duro a uno y sumamente dúctil a otro. Entonces, ¿cómo es que los diamantes se arreglan de cierta forma en su estructura y el grafito en otra? La respuesta yace en las condiciones a las que se somete a unos y a otros. El grafito es muy estable y no requiere de condiciones extrañas para formarse, mientras que el diamante requiere de someter al carbono a condiciones de temperaturas y presiones enormes, por ello es que generalmente se encuentra a más de 100 km de profundidad. Entonces, para fabricar diamantes, basta con reproducir dichas condiciones, cosa que no es sencilla, pero se puede lograr, entre otros métodos, mediante someter barriles llenos de carbono a tremendas explosiones. Claro que formar un diamante perfecto lleva su tiempo, llevándole a la naturaleza miles y miles de años, por lo que los diamantes sintéticos no suelen tener el mismo color, ni una estructura tan perfecta. Así, un diamante sintético es todo aquel que sea elaborado por el hombre y suelen ser muy útiles para pulir otros diamantes, ya que son tan duros, que sólo otro diamante puede pulirlos. También se suelen vender como joyería, pero su precio suele ser mucho menor que el de los diamantes naturales (en general).
Además, más increíble aún, dado que el diamante requiere de condiciones extremas para formarse, también las requiere para existir, así que, aunque no nos lo crean, todos los diamantes que se saquen de las minas, eventualmente se convertirán en grafito. Así, tristemente la frase “los diamantes son para siempre,” es en realidad una absoluta mentira. Eso sí, así como a la naturaleza tarda cientos de miles de años en formar un diamante, también le lleva miles y miles de años convertir los diamantes en grafito.
