Primero, las vacunas suelen servir para que, en caso de que un virus infecte a un ser vivo, éste ya cuente con anticuerpos para combatirle. Para ello, se solía primero incubar el virus en huevos fertilizados provenientes de gallinas, en donde se dejaba que el virus se desarrollase en un ambiente sumamente controlado y con las más altas condiciones de higiene. Entonces, el virus es extraído de los huevos para posteriormente ser procesado hasta lograr una vacuna segura. El problema es que se requieren cerca de dos huevos por cada variedad o sepa del virus. En promedio, se deben lograr cerca de 3 sepas diferentes por cada vacuna, así que por cada dosis de vacuna, ya se han consumido cerca de 6 huevos fertilizados. Eso quiere decir que, para curar a unas mil personas infectadas de influenza por ejemplo, se requerían de unos 6 mil huevos cultivados en ambientes muy costosos, por lo que no resultaba sencillo suministrar a una población entera de vacunas. Este método se ha empleado por más de 70 años desde su descubrimiento y aún hoy en día se continúa utilizando.

Sin embargo, la exigencia y necesidad de contener problemas potenciales, los laboratorios Novartis lograron desarrollar un método mucho más efectivo, que consiste en cultivar células en vez de virus, lo cual resulta mucho más rápido y mucho menos costoso. El proceso ya fue evaluado extensamente por la FDA, habiendo recibido Novartis el visto bueno para ser los primeros en producir vacunas bajo este novedoso método que promete llevar vacunas a muchas más personas a un costo mucho menor.

Gonzalo Curiel, soy estudiante de Ingeniería Química Metalúrgica y radico en México. Llevo cerca de 2 años trabajando como redactor en diversas temáticas tanto en español como en inglés. Manejo el idioma inglés al 97% de acuerdo al certificado TOEFL, avalado por Cambridge University y tengo 25 años.

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