Avances para hacer funcionar ordenadores con la mente
La idea de poder activar y controlar un ordenador con el simple hecho de pensar en los comandos es algo que se ha intentado muchas veces en el pasado, pero pocos habían sido los avances al respecto.
El cerebro funciona de forma más o menos similar a un ordenador, en el sentido de que el cerebro necesita, por ejemplo, de la memoria a corto plazo para saber qué está haciendo en ese momento y no olvidarlo súbitamente. Es importante también para realizar tareas múltiples, o bien una tras otra, y no olvidarse de lo que estaba realizando previamente. En ese sentido, los ordenadores tienen la memoria RAM, que se podría equiparar a la memoria a corto plazo. Sin embargo, una vez que nos vamos a dormir o se apaga el ordenador, la memoria a corto plazo se borra, eliminando todo lo que se haya almacenado temporalmente en ella, así como sucede con la memoria RAM de los ordenadores. Pero, resulta que ambos, ordenadores y cerebros, cuentan con la capacidad de no permitir que cierta información se pierda, convirtiéndola de simples objetos temporales a objetos más o menos permanentes, pasando de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo, lo que equivaldría a guardar un archivo en el disco duro del ordenador. Además, el cerebro también necesita la capacidad de poder utilizar toda esta información, ya sea de la memoria a corto o largo plazo a voluntad, así que también es capaz de procesar esta información y de realizar comandos, tal y como lo haría el procesador de un ordenador.
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Por último, ambos funcionan con impulsos electromagnéticos, por lo que se podría concluir que la principal diferencia entre un ordenador y una persona es en la complejidad de procesamiento del cerebro humano que incluso puede interactuar con otros, mientras que los ordenadores no.
Científicos de la Universidad Carnegie Mellon, con sede en Australia, trabajan arduamente para lograr que los ordenadores reconozcan ciertos “pensamientos” del cerebro, adivinando con precisión qué objeto es el que está pensando una persona, qué color tiene en mente, qué número es el que le ronda la cabeza e incluso qué emoción está sintiendo en ese momento. Así, si bien no se podría concluyentemente eliminar la brecha entre ordenadores y cerebro, al menos podrían funcionar de manera conjunta, haciendo funcionar un ordenador tan solo con pensarlo.