Uno de los mayores avances de los últimos años en este sentido, han sido los implantes electrónicos cada vez más flexibles, cada vez más eficaces y más pequeños, por lo que ahora pueden ser implementados de forma mucho más segura. Además, en la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, han trabajado intensamente en el desarrollo de implantes que sean amigables al cuerpo, eficaces, pero sobre todo, que sean biodegradables en cuestión de algunos años.
Uno de los principales problemas cuando se trata de cualquier tipo de implantes, es la compatibilidad de los mismos y es que el cuerpo tenderá a aislar casi todo cuerpo extraño que detecte, generando hinchazón y en ocasiones hasta severas infecciones. Por ello, los materiales que se pueden emplear se encuentran muy limitados, por lo que la labor de los desarrolladores de la Universidad de Illinois consistió, principalmente, en utilizar seda, silicón y magnesio para evitar la mayoría de los problemas que se tienen con otros materiales. El magnesio es mucho más sencillo de eliminar que el cobre, ampliamente utilizado por ser muy buen conductor de la electricidad en dispositivos electrónicos. El silicón es más o menos aceptado por el cuerpo sin muchos problemas, por lo que es un componente muy importante de los nuevos implantes biodegradables. El problema era que el silicón requería de muchísimos años para poder degradarse, por lo que fue clave determinar qué grosor debían tener los implantes para poderse degradar en poco tiempo, algunos años quizás.
Los implantes ya fueron probados satisfactoriamente en roedores, por lo que se espera que en algunos años se inicien las pruebas con humanos. Una vez concluido, seguramente estaremos un paso más cerca de alcanzar lo que las películas de ciencia ficción llevan tanto tiempo prometiéndonos.